La mayoría de los padres desean proteger a sus hijos y encargarse de ellos de la mejor manera, pero en algunas ocasiones no saben como hacerlo. Una de estas ocasiones es cuando los padres sienten mucha presión al momento de tener que cumplir con sus multiples tareas (las personales y las familiares), lo que les puede producir estrés; seguidamente este puede manifestarse en ansiedad, y esta última puede llevarlos a comportarse de manera muy exigente y hasta injusta con sus hijos.

Este comportamiento por parte de los padres o de uno de ellos puede provocar los siguientes escenarios:

  • Que se le exija a los hijos más de lo que ellos pueden dar, de acuerdo a su desarrollo evolutivo.
  • Que la presión intensa y persistente afecte de manera negativa a todo el grupo familiar, llevándolos a la desesperación.
  • Que la irritabilidad que sienten los padres los lleve a percibir como malo lo que sus hijos hacen o dejan de hacer, optando como última salida por el castigo físico y/o el maltrato psicológico.

Lo que pueden conseguir los padres cuando están bajo presión y no buscan una manera de autocontrolarse, será dañar emocionalmente a sus hijos (sean niños, preadolescentes o adolescentes), ya que ellos se sentirán confundidos, culpables, angustiados y atemorizados.

Para evitar la presión y sus consecuencias negativas para el grupo familiar, lo ideal es que los padres traten por todos los medios de mantener la paciencia, la calma y organicen sus tareas de modo que se sientan más tranquilos. También pueden trabajar en equipo delegandoles  algunas tareas a sus hijos de acuerdo a su edad.

"Recuerde que la famila funciona mejor cuando se interactua en un ambiente de paz y tranquilidad".